miércoles, 17 de diciembre de 2014

La Fille du régiment en el Teatro Real


 
El teatro Real  bajo la nueva dirección de Juan Mataboch nos trae algunos espectáculos que antes pudieron verse en El Liceu, institución de la que fue rector. Entre estos buenos espectculos está la Fille du régimen(1840) de Gaetano Donizetti.

La puesta en escena es la que se viera primero en Viena y luego, Metropolitan  y Covent Garden, del inefable Laurent Pelly. Un delirio para una burbuja de chapan como es la obra de Donizetti. También se logró una gran expectativa por la presencia del tenor mejicano Javier Camarena que viene de reemplazar a Juan Diego Flórez precisamente en el rol de Tonio, con un éxito espectacular y el bisado del aria de los 9 does, en el mismo Metropolitan de N.Y.

Personalmente mi mayor expectativa estaba en escuchar por primera vez en vivo a la genial y única Ewa Podles.

Pues las expectativas fueron satisfechas en su totalidad, incluso las críticas que se le hicieron en los periódicos a la protagonista, otra polaca, Aleksandra Kurzak, me parecieron equivocadas pues su canto fue impecable y construyó un personaje encantador. No se debe comparar con la locura desenfadada y arrolladora de Natalie Dessay, que en un principio estaba en esta producción hasta que por razones que no conozco se retiró.

El mejicano lució unos agudos firmes, colocados con absoluta comodidad, su línea de canto es buena, sin la personalidad de Flórez pero con un caudal y un brillo, sobre todo en la zona aguda que produce verdadero placer oírlo. Lo que verdaderamente se extraña es la figura de Flórez pues este es un tanto achaparrado.

El simpático Sulpice estuvo en manos del barítono Pietro Spagnolli, que hizo el Fígaro del barbero de Rossini junto a María Bayo y Juan Diego Flórez, hace unos años en el Real. Una vez más demostró sus cualidades vocales y encanto personal.

Todo el espectáculo salió redondo, alcanzando ese equilibrio entre las cualidades musicales y canoras y las actuaciones perfectamente controladas por Pelly  con Bruno Campanella desde el podio.

Dejo para el final mí ansiado encuentro con la Podles, pues, si bien tiene poco que cantar en esta ópera fue suficiente para medir su registro de contralto autentica, tan pocas veces escuchado, en algunos pasajes sonaba como un barítono. Pero no acaba allí, sino que también es una actriz que se mueve en el escenario con tal autoridad que en las escenas en las que está presente parece ocupar todo el espacio. Se podría decir que no actuaba, ella era esa vieja marquesa un tanto decadente, picara  y de buen corazón. Recibió un lluvia de bravos que me demostraron que no era el único en la sala que tenía esa sensación de estar frente a una autentica figura de esas que aparecen muy de cuando en cuando.