Mostrando entradas con la etiqueta año Verdi. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta año Verdi. Mostrar todas las entradas

viernes, 14 de junio de 2013

Giuseppe Verdi Capítulo IV - Su vida y su obra -


Este es el cuarto de una serie de apuntes preparados para un taller dedicado a la maravillosa obra de Giuseppe Verdi en conmemoración de los 200 años de su nacimiento



La trilogía romántica

SEGUNDO PERIODO CREATIVO

 

Rigoletto

 

La suma de experiencias y el dominio de los recursos expresivos, que alcanzará Verdi en estos años, dará como resultado tres obras capitales: Rigoletto, cuyo estreno tuvo lugar el 11 de marzo de 1851 en el Teatro de La Fenice de Venecia, Il Trovatore de 1852 y La Traviata del mismo año.

Giuseppe Verdi escribió Rigoletto tras el fracaso de la revolución de 1848, que produjo tal desengaño al compositor, que abandonó los temas patrióticos para centrarse más en la psicología de los personajes de sus obras. En este aspecto, Rigoletto rompió moldes, pues el protagonista era un barítono maligno y el tenor abandonaba el papel de caballero romántico para convertirse en un vil canalla.

A principios de 1851, el teatro de La Fenice de Venecia invitó a Verdi a componer una nueva ópera para ser estrenada allí, en una época en que ya era un compositor bien conocido con un amplio grado de libertad a la hora de elegir las obras que prefería musicar. Pidió entonces a Piave (con quien ya había trabajado en Ernani, I due Foscari, Macbeth, Il corsaro y Stiffelio) que examinara la obra Kean de Alejandro Dumas, padre, pero sentía que necesitaba un tema más enérgico con el que trabajar.

Verdi pronto dio con el drama francés Le roi s’amuse (El rey se divierte), del escritor Víctor Hugo. Más tarde explicó que "Contiene posiciones extremadamente poderosas... El tema es grande, inmenso, y tiene un personaje que es una de las más importantes creaciones del teatro de todos los países y todas las épocas". Era un tema muy controvertido y el propio Hugo había tenido problemas con la censura en Francia, que había prohibido producciones de esta obra después de su primera representación casi veinte años antes (y continuaría prohibida durante otros treinta años). Como la Austria de la época directamente controlaba gran parte del norte de Italia, se presentó ante el Consejo de Censores austriacos. La obra de Hugo representaba a un rey (Francisco I de Francia) como un seductor cínico e inmoral, algo que resultaba inaceptable en la Europa de la Restauración posterior a las guerras napoleónicas.

Desde el principio, Verdi era consciente del riesgo, lo mismo que Piave. En una carta Verdi escribió a Piave: "Usa cuatro piernas, corre por toda la ciudad y encuéntrame una persona influyente que pueda obtener permiso para hacer Le Roi s'amuse." Le siguió correspondencia entre un prudente Piave y un ya comprometido Verdi, los dos estaban en riesgo y subestimaron el poder y la intención de los austriacos. Incluso el amistoso Guglielmo Brenna, secretario de La Fenice, que les había prometido que no tendrían problemas con los censores, estaba equivocado.

A comienzos del verano de 1850, empezaron a difundirse rumores de que la censura austriaca iba a prohibir la producción. Consideraban la obra de Hugo en el límite de la lesa majestad, y nunca permitirían que una obra tan escandalosa se representara en Venecia. En agosto, Verdi y Piave prudentemente se retiraron a Busseto, ciudad natal de Verdi, para continuar la composición y preparar un esquema defensivo. Escribieron al teatro, asegurando que las dudas del censor sobre la moralidad de la obra eran injustificadas, pero puesto que quedaba poco tiempo, poco podía hacerse. Los compositores llamaban en secreto a la obra La maldición).

Tres meses antes del estreno llegó de nuevo la censura que vetó el libreto. El comunicado decía así: «El gobernador militar de Venecia, señor Gorzowski, deplora que el poeta Piave y el célebre músico Verdi no hayan sabido escoger otro campo para hacer brotar sus talentos, que el de la repugnante inmoralidad y obscena trivialidad del argumento del libreto titulado La maledizione. Su Excelencia ha dispuesto pues vetar absolutamente la representación y desea que yo advierta a esta Presidencia de abstenerse de cualquier ulterior insistencia al respecto». El censor De Gorzkowski usó el título no oficial de la obra, evidentemente conocida a través de espías, para reforzar, si era necesaria, la violenta carta en la que denegaba definitivamente su consentimiento a la producción.

Para no desperdiciar el trabajo, Piave intentó revisar el libreto y fue incluso capaz de sacar de él otra ópera Il Duca di Vendome, en la que el soberano era sustituido por un duque y tanto él como el jorobado y la maldición desaparecían. Verdi se manifestó completamente en contra de esta solución y en lugar de ello prefirió negociar directamente con los censores, argumentando cada punto de la obra.

El asunto se resolvió gracias a la diplomacia de los administradores del teatro. Brenna, el secretario de La Fenice, mostró a los austriacos algunas cartas y artículos representando el mal personaje pero el gran valor del artista, ayudando para mediar en la disputa. Se trasladaron a Busseto y allí se pusieron de acuerdo con Verdi y el libretista para que se cambiasen al menos estos puntos: Trasladar la acción de la Corte de Francia a un ducado de Francia o Italia; y cambiar los nombres de los protagonistas inventados por Víctor Hugo. En la versión italiana el duque gobierna Mantua y pertenece a la familia Gonzaga: los Gonzaga se habían extinguido hacía tiempo a mediados del siglo XIX, y el Ducado de Mantua ya no existía, de manera que no se podía ofender a nadie. La escena en la que el soberano se retira a la habitación de Gilda se eliminaría. La visita del duque a la taberna no sería dictada por bajos propósitos, sino provocada por un truco. El jorobado (originalmente, Triboulet) pasó a ser llamado Rigoletto (del francés rigolo = divertido). El nombre de la obra también se cambió.

Verdi aceptó estos condicionantes y el contrato se firmó. Las firmas fueron tres: Verdi, Piave y Guglielmo Brenna, secretario de La Fenice. Así fue como nació la ópera Rigoletto que hoy se conoce.

Verdi se propuso en esta obra conciliar la estructura tradicional del melodrama con la complejidad del protagonista, Rigoletto, y eso no lo pudo cambiar la censura con sus condiciones. El bufón Rigoletto es un personaje verdiano, que se mueve entre el afecto por su hija y el odio por el Duque y los cortesanos. Es exactamente lo que Verdi quería realizar.

Para el estreno, Verdi tuvo a Felice Varesi como Rigoletto, el joven tenor Raffaele Mirate como el duque y Teresina Brambilla como Gilda (aunque Verdi hubiera preferido a Teresa De Giuli Borsi). Teresina Brambilla era una soprano bien conocida procedente de una familia de cantantes y músicos; una de sus sobrinas, Teresa Brambilla, fue esposa de Amilcare Ponchielli.

 La inauguración fue un triunfo completo, especialmente la escena dramática, y el aria cínica del duque, "La donna è mobile", que se cantaba por las calles al día siguiente.

Debido al alto riesgo de copias no autorizadas, Verdi había exigido el máximo secreto de todos los cantantes y músicos. El tenor Mirate tuvo la partitura a su disposición sólo unas pocas tardes antes del estreno y se vio obligado a jurar que no cantaría ni silbaría la melodía de "La donna è mobile" antes del estreno.

Muchos años más tarde, Giulia Cori, hija de Varesi, describió la interpretación de su padre en el estreno. Interpretando al Rigoletto original, su padre estaba realmente incómodo con la falsa joroba que tenía que llevar; estaba tan inseguro que, incluso siendo un cantante experimentado, tuvo un ataque de pánico cuando le tocó entrar en escena. Verdi inmediatamente se dio cuenta de que estaba paralizado y brutalmente lo empujó al escenario, de manera que apareció con una torpe caída. Esto divirtió mucho al público, que creyó que era un chiste.


En el siguiente enlace podremos escuchar al barítono Piero Cappuccilli, uno de los grandes intérpretes del infeliz bufón, en la segunda escena del primer acto.  

.  Un extraño encuentro con un asesino a sueldo que le ofrece sus servicios, deja a Rigoletto reflexionando sobre su triste condición, llegándose a comparar con el sicario.

RIGOLETTO
(Siguiendo a Sparafucile con la vista)
¡Somos iguales!
Yo con la lengua y él con el puñal;
¡Yo soy el hombre que ríe,
él, el que mata!
¡Aquel viejo me maldijo!
¡Oh hombres!... ¡Oh, naturaleza!...
¡Me habéis hecho un vil malvado!...
¡Que rabia, ser deforme!...
¡qué rabia ser bufón!...
¡No deber, no poder hacer otra cosa
mas que reír!
Me está prohibido el patrimonio
de cualquier hombre... ¡el llanto!
Y mi amo joven y alegre,
tan poderoso, adormilándose me dice:
¡bufón hazme reír!...
Y debo esforzarme y conseguirlo.
¡Qué condena!
¡Os odio, cortesanos repugnantes!
¡Que alegría me da el zaheriros!
Si soy perverso, es por vuestra culpa.
¡Pero aquí soy otro hombre!
¡Aquel viejo me maldijo!
¿por qué este pensamiento me turba?
¿me sucederá alguna desgracia?
No, ¡es una locura!


El trovador (Il Trovatore)


Composición
Fue el mismo Verdi quien tuvo la idea de componer una ópera sobre el tema de García Gutiérrez, encargando a Salvatore Cammarano la redacción del libreto. El poeta napolitano murió súbitamente en el año 1852, poco después de concluir el libreto, y Verdi, que deseaba hacer algunos añadidos y modificaciones, recurrió a la intervención de un colaborador de Cammarano, Leone Emanuele Bardare. Este, que trabajó bajo las precisas instrucciones del compositor, cambió la métrica de la canción de Azucena (de septetos a dobles quintetos) y añadió el cantable de Luna (Il balen del suo sorriso - II.3) y el de Leonora (D'amor sull'ali rosee - IV.1). El mismo Verdi, por otro lado, intervino personalmente sobre los versos finales de la ópera, abreviándolos. El año 1857 Verdi revisó la partitura a raíz de su estreno en París, añadiéndole un ballet.
Las largas meditaciones de Verdi sobre la ópera en gestación apuntaban a realizar una cosa nueva y muy diferente al convencional. Salvatore Cammarano era un libretista con talento y respetado, pero sus ideas estilísticas corrían por otros caminos. En una carta escrita en abril de 1851, Verdi le expresó su idea de una ópera de una sola pieza, sin cavatinas, ni dúos, ni tercetos, ni coros, ni los finales de rigor. Era costumbre que las óperas comenzaran con un coro, pero, entre otras, esta no era la idea para El trovador. Deseaba fundir los dos primeros actos en uno y que, más que partes de una ópera, los diferentes momentos fuesen tratados como movimientos de un concierto. Verdi formulaba ideas avanzadas para la ópera italiana de su época, Cammarano adoptó una postura conservadora y no le dio lo que esperaba de él: el resultado, se puede comprobar, es exactamente lo contrario a la idea original.
Enemigo de las discusiones y presiones de diversa índole, el compositor recibió la noticia de la muerte de su madre y el proyecto estuvo a punto de quedar en nada. Recuperó las fuerzas para reemprender la tarea. A finales de año, Verdi partió a París con Strepponi, recomendando a Cammarano que acabase el libreto cuanto antes. En febrero de 1852 se enteró de que el poeta pasaba por una grave enfermedad, aunque le aseguraron que estaba fuera de peligro. El trabajo no avanzada y pensó que lo acabase otro libretista. Paralelamente no tardó en surgir la posibilidad de que, si los censores aprobaban el libreto, El trovador se estrenase en el Teatro Apollo de Roma en enero de 1853. Pero el texto siguió estancado, la salud de Cammarano empeoraba y el desenlace fue fatal. El músico supo la muerte de su colaborador por un obituario publicado en un diario teatral y lamentó que no hubiese ocurrido por medio de la carta de algún amigo o persona cercana.
Ocho días antes de morir, Cammarano llegó a completar Di quella pira. Verdi le entregó a la viuda del poeta, sola con seis hijos, el dinero acordado para el libretista más una suma adicional. Se necesitaba con urgencia un hombre de letras para acabar la faena - faltaban partes del tercer acto y la totalidad del cuarto- y hacer cambios de último momento, la elección recayó en un napolitano amigo de Cammarano, Leone Emanuele Bardare. Cuando le encomendó esta obra, Bardare tenía 32 años, iniciaba su carrera de libretista y con el tiempo llegó a escribir los textos de más de quince óperas.
Representaciones
Verdi regresó a París en Santa Ágata y hacia finales de diciembre de 1852 viajó a Roma, donde, instalándose en un piso alto del Hotel Europa y teniendo a su disposición un piano, una vez acabada la partitura de la ópera, mientras esperaba el estreno, componía La traviata.
No hubo problemas con la censura y según lo previsto, El trovador se estrenó en el Teatro Apollo el 19 de enero de 1853. Esta sala tenía fama de contar en sus filas con excelentes cantantes, pero no fueron los que Verdi hubiera querido: en lugar de Raffaele Mirate -el primer duque de Mantua en Rigoletto-, Manrico fue Carlo Baucardé, el papel de Leonora era ideal para Teresa De Giulio-Borsí, pero recayó en Rosina Rossí. Emilia Goggi fue Azucena y Giovanni Guicciardi el conde de Luna.
El triunfo de la nueva ópera superó todas las expectativas y Verdi recibió el obsequio de una corona de laureles con cintas rojas. Después de la tercera representación, una multitud que empuñaba antorchas acompañó al maestro a su hotel, y una pequeña banda tocó bajo su balcón música hasta la madrugada. Era costumbre del compositor retirarse de la ciudad de turno después de la tercera representación, pero en agradecimiento se quedó para la cuarta. Esta noche, el Apollo fue decorado con flores y estandartes. Sí, el triunfo era innegable, pero Verdi le dijo a su amiga la condesa Clara Maffei, que habría funcionado mejor con otros cantantes y que algunas personas comentaron que El trovador era una ópera triste y ominosa.
La inmensa popularidad de la obra, con alrededor de 229 producciones por todo el mundo en los siguientes tres años, queda ilustrada por el hecho de que, en Nápoles, por ejemplo, donde la ópera en sus tres primeros años tuvo once puestas en escena en seis teatros, las representaciones ascendieron a 190.
La partitura exige cinco voces de gran calidad, pues, aunque el papel del bajo es muy corto, se precisa una voz rotunda, y lo mismo en el caso de los cuatro protagonistas principales, Leonora (soprano), Manrico (tenor), Azucena (mezzosoprano) y el Conde de Luna (barítono), todos ellos con arias, dúos y tercetos de gran dificultad.
En el personaje de la gitana Azucena, Verdi encuentra el nudo del drama, para este ambiguo personaje desarrolla una declamación lírica, que trasciende las formas tradicionales que estructuran esta ópera, aparentemente conservadora, para el camino que estaba desarrollando en estos fructíferos años. El personaje se emparenta en su expresión dramática con el de Rigoletto.




La Traviata

Está basada en La Dame aux camélias (La dama de las camelias), que Alejandro Dumas había escrito un año antes, una visión trágica del demi-monde contemporáneo. Al principio, la ópera se consideró sospechosa desde el punto de vista moral, durante los primeros cincuenta años de su existencia la acción se atenuó con decorados y vestuarios del siglo XVIII.
La Traviata, muestra una extraordinaria sensibilidad psicológica al representar la respuesta de Violeta a la declaración de Alfredo en las cavilaciones de “Ah, fors´è lui” o en la magnífica escena con Germont padre, en el que se deja persuadir por éste para que abandone a Alfredo, así como también en su resignación ante la enfermedad, en “Addio del passato”. En parte Verdi consiguió transmitir esta sensibilidad mediante una mayor restricción de la orquestación y su finísimo sentido de las posibilidades del color instrumental, como se aprecia en la división de las cuerdas en los preludios del primer y del último acto, o en el solo de clarinete que acompaña a Violeta mientras escribe su carta de despedida, o también en la figuras del oboe es su  “Addio del passato”. Otros signos de la mayor amplitud de la gama expresiva de Verdi se detectan en la partitura vocal para su heroína: los efectos de coloratura se limitan al primer acto, apareciendo en su chanza con Alfredo y, sobre todo, en la cabaletta “Sempre libera”, con la que Violeta celebra su alocada vida de cortesana, pero en el resto de la obra sus simples melodías líricas se desvían muy sutilmente siguiendo las inflexiones del texto, tal y como ocurre en el pasaje “Dite alla giovine” del dúo ya mencionado con Germont, o en el solo “Alfredo, Alfredo…” del concertante que pone fin al segundo acto.
 
 
  




sábado, 27 de abril de 2013

Giuseppe Verdi - Su vida y su obra - Capítulo III


Este es el tercero de una serie de apuntes preparados para un taller dedicado a la maravillosa obra de Giuseppe Verdi en conmemoración de los 200 años de su nacimiento
 
 
AÑOS DE GALERA


El propio Verdi acuñaría este término, para referirse a esos años en los que debía componer a fechas forzadas, para cumplir con los múltiples compromisos a los que el éxito lo empujaba.

Entre el estreno de Ernani y la Battaglia di Legnano (1849) Verdi compuso constantemente. – Sólo Jerusalem fue reelaboración de una partitura anterior-
En estos febriles años tuvo que ocuparse de Contratos, Caducidad de plazos, Correspondencia, Composición, Orquestación, Cantantes, Directores, Editores, Empresarios, enemigos y personas de buena voluntad. Todo compaginado con una agotadora agenda de viajes. Muzio lo aliviaría al menos de una parte de ese trabajo.
Antes de finales de mayo del 44 más de 20 teatros de Italia y otros en Paris y Londres, habían pedido Ernani; Durante los 3 años siguientes la ópera fue producida de Constantinopla a Rio de Janeiro y La Habana. De Copenhague a Argelia.
En 1844 se estrenó en 32 teatros.
En 1845 se estrenó en 60 teatros.
En 1846 se estrenó en 65 teatros, más las reposiciones en los teatros donde se había estrenado anteriormente.
 
La firme decisión de Verdi de ganarse un espacio entre los grandes compositores de ópera y la de hacerse de una abultada cartera que lo alejase definitivamente de la pobreza y por ello de la falta de libertad, hacen que el joven y exitoso Giuseppe dedique su vida de aquellos años al trabajo. Estos serán llamados los “ anni di galera” por el propio Verdi. El esfuerzo continuado se reflejará en su salud, contantemente aquejado de dolores de estómago y de garganta. Su jornada de trabajo comenzaba generalmente a las 4 de la mañana sentado frente a la mesa, con sus partituras hasta las 4 de la tarde, la mayoría de las veces con solo un café en el cuerpo.
En este esfuerzo le ayudan también, sin lugar a dudas, su rapidez componiendo y orquestando. Una rapidez que él mismo consideraba un bien necesario, y que es, como señala buena parte de la crítica, una de sus mayores virtudes. A Verdi, melodía y acompañamiento se le ocurrían a un tiempo, algo que se ve claramente es sus partituras manuscritas. Según sus propias palabras: “la idea del motivo musical y su acompañamiento instrumental se me vienen a la mente al completo y sobre todo siento si debe ser una nota de un violín o de una flauta. La dificultad está en escribirlo todo lo suficientemente rápido, para poder así expresar el pensamiento musical en su integridad, tal cual ha llegado a la mente.
Sin embargo, él mismo reconocía una y otra vez, que hasta llegar a ese momento, era preciso haber madurado antes mentalmente la idea de la ópera, el colorido general, el carácter particular de cada personaje. Lo malo es que, en los “años de galera”, esa maduración no siempre tuvo lugar
·         I due Foscari (Teatro Argentina de Roma, 3 de noviembre de 1844) — Tragedia lírica en tres actos de Francesco María Piave.
·         Giovanna d'Arco (Teatro La Scala de Milán, 15 de febrero de 1845) — Drama lírico en un prólogo y tres actos de Temistocle Solera.
·         Alzira (Teatro San Carlo de Nápoles, 12 de agosto de 1845) — Tragedia lírica en un prólogo y dos actos de Salvatore Cammarano.
Superado ese bache el compositor remonto su nivel dramático en:
·         Attila (Teatro La Fenice de Venezia, 17 de marzo de 1846) — Drama lírico en un prólogo y tres actos de Temistocle Solera.


 

La composición de Attila no fue fácil, instalado en Venecia en Diciembre de 1845, el compositor enfermó gravemente, afectado por fuertes dolores reumáticos y una intensa fiebre de origen gástrico. Llegaron a correr rumores de su muerte y se vio obligado a interrumpir su trabajo durante algunas semanas, pero en cuanto se sintió un poco mejor  volvió a escribir, a pesar de que los médicos le habían aconsejado  seis meses de reposo para su agotado organismo.
Los meses posteriores al estreno de Attila fueron una época de cierto descanso para Verdi. Todavía muy débil a causa de su enfermedad, presto atención a los consejos de los médicos y a su vuelta a Milán se dedicó a reposar y recuperarse.
Quizá aquel breve descanso facilitara en mayor acercamiento a Giuseppina Strepponi, que habiendo dado por concluida su carrera como cantante, abriría ese mismo año, una escuela de canto en Paris, donde transmitía su conocimiento del nuevo estilo de canto verdiano, en la medida que este se iba desarrollando.
Entre las muchas transformaciones que el compositor impuso en la opera italiana, una de las más importantes fue sin duda la de la concepción y el uso de la voz. Desde Monteverdi – desde el origen por tanto de la ópera-, la voz humana había sido tratada en la ópera, como un instrumento bellísimo, pero como un instrumento sólo melódico, de gran delicadeza y, por eso mismo, limitado en sus posibilidades expresivas. Era la tradición del bel canto, que llegó a sus últimas cimas con Bellini, y en la que lo único importante era la melodía.
Pero Verdi transformó la voz, liberándola de esa esclavitud virtuosística, tratándola como un instrumento a cuyas extraordinarias posibilidades melódicas se unían también las dramáticas.
Se afirman cambios estilísticos, el lento adiós al belcantismo:
Macbeth (Teatro La Pergola, 14 de marzo de 1847) — Melodrama en cuatro partes de Francesco María Piave.
La primera versión de Macbeth la terminó en la mitad de lo que Verdi llamó sus "años de galera". Desde 1842 a 1850, este período vio al compositor producir 14 óperas, pero para los estándares de casi todas las óperas italianas de los primeros cincuenta años del siglo XIX, Macbeth era muy insólita. Verdi intentó aquí construir un verdadero drama musical, que no seguía las tradicionales (y esperadas) convenciones de la ópera italiana (recitativos, arias, números concertantes, etc.).
El texto de Piave se basó en una traducción en prosa de Carlo Rusconi que se había publicado en Turín en 1838. Verdi no encontró la obra original de Shakespeare hasta después de la primera representación de la ópera, aunque había leído a Shakespeare traducido desde hacía años, como señaló en una carta del año 1865: "Es uno de mis poetas favoritos. Lo tengo en mis manos desde mi más temprana juventud".
Escribiendo a Piave, Verdi dejó claro cuán importante le resultaba este tema: "...Esta tragedia es una de las grandes creaciones humanas... Si no podemos sacar algo grande de ella, al menos intentemos hacer algo extraordinario". A pesar de desacuerdos y de la necesidad de Verdi de corregir constantemente los borradores de Piave (hasta el punto de que Maffei participó en la reescritura de algunas escenas del libreto, especialmente el coro de brujas del Acto III y la escena de sonambulismo, [] su versión sigue la obra de Shakespeare de manera bastante estrecha, pero con algunos cambios. En lugar de usar tres brujas como en la obra, hay un gran coro femenino, cantando en una armonía de tres partes. El último acto empieza con una asamblea de refugiados en la frontera inglesa, y, en la versión revisada, acaba con un coro de bardos celebrando la victoria sobre el tirano.


En el siguiente enlace María Callas interpreta la primera de las arias dedicadas a Lady Macbeth: "Nel di della vittoria" La áspera voz de la Callas cumple con el ideal estético que pretendía Verdi para la intérprete de este violento personaje.


Maria Callas como Lady Macbeth 1952
:  []

sábado, 20 de abril de 2013

Giuseppe Verdi - Su vida y su obra - Capítulo II

Este es el segundo de una serie de apuntes preparados para un taller dedicado a la maravillosa obra de Giuseppe Verdi en conmemoración de los 200 años de su nacimiento
 Margherita Barezzi y Giuseppe Verdi en los tiempos de Nabucco

Del fracaso al éxito.

 
Dado el éxito de Oberto, que permaneció en cartel durante toda la temporada de otoño, el empresario Merelli ofreció a Verdi un contrato al que el propio músico llamaría “una proposición fastuosa para la época”. Consistía en la composición de tres nuevas óperas a razón de cuatro mil liras austriacas por cada una, además de los beneficios de la venta de partituras que compartirían a medias.

También es muy importante el acuerdo con la casa impresora Ricordi.

Merelli se empecina en que escribiera una ópera bufa, de todos los libretos que el empresario le propone, Verdi elige el menos malo: Il finto Stanislao de Felice Romani, que se transformará en: Un giorno di Regno.

En la primavera de 1840 empezó a trabajar en su 2º opera, pero a mediados de Julio, Ghita (que se llamaba familiarmente a Margherita) enfermó gravemente- los médicos diagnosticaron una encefalitis- tras 5 o 6 días de sufrimiento el 18 de junio muere a los 26 años Margherita Barezzi.

Verdi se refugia en Busseto, sumido en una depresión profunda, con el deseo de dejarse estar en un rincón oscuro, sin conexión con el mundo.

Verdi comunica a Merelli que no terminaría su ópera, aunque los ensayos estaban previstos para comenzar en Agosto.

Merelli no acepta la rotura del contrato, ni siquiera un aplazamiento, por lo que Verdi regresa a Milán, al mismo escenario de su drama personal. Un giorno di Regno. Fue estrenada en el Teatro alla Scala de Milán el 5 de septiembre de 1840.

Un giorno di regno es la primera ópera cómica que ensayó Verdi. Fue un completo fracaso.
Merelli acepta rescindir el contrato, pero lo anima a continuar, dejando a Verdi la puerta abierta de La Scala.
Verdi que ha perdido todo interés en sí mismo y en su incipiente carrera, pasa las horas muertas leyendo novelas baratas, una tras otra.

Merelli, el sagaz y despótico empresario, el hombre que va a los suyo, es en este momento terrible de la vida de Verdi, quien más lo ayuda a salir de su rincón oscuro. Con artimañas le entrega un libreto que otro compositor rival de Verdi había rechazado, proponiéndole que lo leyese para darle su opinión que confirmaría lo errado del rechazo por parte de Nicolay.

El libreto de Temistocle Solera de tema bíblico se llamaba Nabucodonosor.

Pero el Verdi que iba a componer Nabucco era un hombre distinto del de unos meses antes. Como tantas veces ocurre, el dolor le había hecho madurar en todos los sentidos: como ser humano, el nuevo Verdi tenia las ideas mucho más claras, y había dejado atrás las vacilaciones del pasado, esa cierta docilidad con la que parecía haberse sometido hasta entonces a los deseos de otros. También era un hombre con un sentimiento pesimista de la vida-comprensible después de su terrible experiencia- que con más o menos intensidad, según los momentos, ya no lo abandonaría nunca.

Como creador, empezaba a encontrar su verdadero camino, su expresión más auténtica, la que lo convertiría, a partir de su siguiente ópera, en un compositor personalísimo e inimitable.

La composición emprendida casi a regañadientes dio como resultado una obra que cautivó a toda Italia. En el estreno, el papel de Abigaille fue interpretado por Giuseppina Strepponi, quien se convertiría en compañera sentimental y luego esposa de Verdi.

NABUCCO Fue estrenada el 9 de marzo de 1842 en La Scala de Milán.

El éxito se debe en parte a las cualidades musicales de la obra y en parte a la asociación que hacía el público entre la historia del pueblo judío y las ambiciones nacionalistas de la época. Uno de los símbolos que utilizó, para reforzar el ideal independentista fue el coro  como símbolo de la presencia del pueblo. El número más conocido de la ópera es el "Coro de los esclavos judíos," Va, pensiero, sull'ali dorate / "Vuela, pensamiento, en alas doradas." En su época, los italianos lo asimilaron como un canto contra la opresión extranjera en que vivían.
En el siguiente enlace encontrareis el Coro de los esclavos judíos, conocido por las palabras con las que comienza: "Va pensiero, sull´ali dorate"

 
Entre las amistades que las felices circunstancias ofrecieron a Verdi, prefirió las de hombres que se habían distinguido por sus méritos literarios o científicos, con ideas francesas, que se fueron transformando poco a poco en la base económica, social y política de la revolución italiana.
Entre ellos Andrea Maffei, poeta, traductor, ensayista y periodista.
La esposa de este, la condesa Maffei. Su famoso salón comenzó en 1834.
Entre los que acudían al salón están.
Oprandino Arrivabene, Director de un importante periódico teatral.
Giulio Carcano, poeta y traductor. Traducirá la obra completa de Shakespeare y se las enviará a Verdi a lo largo de los años a medida que iban apareciendo.
Condesa Maffei y su esposo el poeta Andrea Maffei
El enorme éxito de Nabucco (se repone en la Scala con 57 representaciones seguidas) instala a Verdi entre los compositores de moda: Donizetti, Mercadante, Pacini o Luigi Ricci.
Merelli le comunica que la dirección del teatro le encarga la ópera d´obligo para la próxima temporada, ofreciéndole un contrato en blanco: “después de un éxito como el suyo no puedo fijar las condiciones”
Verdi sorprendido consulta con Giuseppina Strepponi, recibiendo el consejo de aprovechar su buena suerte pero que a su vez no era razonable que pidiera más de lo que había cobrado Bellini por su ópera Norma: 8.000 liras Austriacas. La propuesta fue aceptada por el empresario y el 11 de febrero de 1843 se estrena, I lombardi.
El éxito supero las expectativas que ya eran superlativas. Verdi conseguía reeditar el éxito de Nabucco con la misma vena patriótica.
En los siguientes 20 años se mantuvo el éxito y es la primera obra que lleva a Paris, adaptándola al francés con el nombre de Jerusalem.
 
El 20 de marzo de 1843 inicia su primer viaje a Viena donde recibe el elogio de Donizetti tras las 20 representaciones de Nabucco.
En Mayo viaja a Venecia para el estreno de I Lombardi en La Fenice. Esta será la primera relación con el teatro veneciano y también su encuentro con el joven poeta y músico Francesco María Piave, con cuya colaboración subirá a escena su quinta ópera: Ernani
Francesco María Piave
Verdi, después de “I Lombardi”, quiso avanzar hacia un nuevo objetivo: la creación de personajes con caracteres psicológicamente más elaborados. Para intentar alcanzar su deseo, solicitó de su nuevo libretista Francesco María Piave- por entonces un novato en el oficio- que se eliminara de Ernani (primera ópera donde Verdi pudo elegir argumento) cualquier cosa superflua, dejando bien clara y perceptible la acción. Por tanto el compositor se involucró en el guion y dejó al poeta la redacción de los versos: del encadenamiento de los hechos, él sería prácticamente el responsable. Merece destacarse que Ernani es la primera ópera con “tema español”, aspecto que va a ser bastante recurrente en su producción.
Elegir como argumento un drama de Víctor Hugo tenía desde luego su importancia. Hoy día y con perspectiva histórica, nos podemos dar cuenta de la preocupación del compositor por la base literaria de sus obras. Es un tema que llegaría a obsesionarle. Recordemos que trabajó con piezas de Shakespeare, Schiller, Dumas, el Duque de Rivas, García Gutiérrez y lord Byron. Obras que, en su mayor parte, están encuadradas en el pleno romanticismo con todas las características que ello conlleva. Víctor Hugo era un poeta maldito, un vanguardista cuyas obras se consideraban subversivas e inmorales. Además el hecho de que un bandido fuera el protagonista de una ópera era algo casi inconcebible para la época.
Su argumento- a diferencia de Nabucco e I Lombardi- no estimulaba el fervor patriótico pero hay un momento del coro (Si ridesti il leon di Castiglia- que despierte de nuevo el león de Castilla) que pronto se transformó popularmente en (“Si ridesti il leon di Venezia”). También la célebre aria inicial de Elvira (“Ernani! Ernani, involami”) se tomaría- según cuenta la tradición bastantes años después- como un ruego a la joven Italia para que Víctor Manuel, rey del Piamonte, la liberara del abrazo aborrecido del Imperio Austro-Húngaro.
Este éxito le permite volver a Busseto para comprar algunas propiedades, que pone en manos de sus padres. Muy pronto regresara a Milán con un joven protegido de Barezzi tal como lo fuera el algunos años antes. Este joven músico: Emanuele Muzio se convertirá en su alumno y asistente y será un apoyo importante durante los años siguientes (años de galera) en los que Verdi desarrollara una actividad febril que le dará buenos dividendo pero poco tiempo para la reflexión.

 




viernes, 22 de marzo de 2013

Giuseppe Verdi - Su vida y su obra - Capítulo I


Este es el primero de una serie de apuntes preparados para un taller dedicado a la maravillosa obra de Giuseppe Verdi en conmemoración de los 200 años de su nacimiento
 
Sus comienzos, Busseto.

Milán, sus primeras óperas.

 
PRIMER PERÍODO CREATIVO

El 30 de Enero de 1805 se celebró en un pueblecito parmesano de Roncole la boda de Carlo Verdi con Luigia Uttini. El novio, regenteaba con su madre la Osteria Vecchia del pueblo, una taberna heredada del padre, y explotaba además, algunas hectáreas de tierra alquiladas en los alrededores. La novia, hilandera -ocupación habitual en las jóvenes de su condición-, procedía de una familia dedicada igualmente al negocio que ahora llamaríamos de la hostelería. Tanto los Verdi como los Uttini eran gente respetable en su entorno, que vivían en condiciones económicas y culturales notablemente mejores que las de la mayoría del campesinado que los rodeaba, sumido en su mayor parte en la miseria.

Roncole era una simple aldea: un conjunto de granjas, alrededor de la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, en medio de la fértil llanura del Po.

El lugar había pertenecido al ducado de Parma desde su fundación en el siglo XVI, pero en los tiempos napoleónicos pasó a formar parte del nuevo departamento del Taro, administrado por un prefecto francés. Los documentos del registro civil se redactaban en la lengua de los dominadores. Así que cuando el primogénito de los Verdi nació y fue inscrito, el 12 de Octubre de 1813, se le dieron, en su acta de nacimiento los nombres de Joseph-Fortunin-François. Es decir, Giuseppe – por su abuelo paterno- Fortunino – nombre tradicionalmente llevado por los Verdi – y Francesco, en homenaje a su abuela paterna.

Verdi nació en un tiempo en el que los músicos estaban al servicio de intereses muy precisos, intereses que tenían más que ver con las necesidades o los caprichos de otros –los cantantes, los empresarios, los soberanos, el público-  que con los suyos propios. Cuando murió, los compositores eran considerados unos seres excepcionales, elegidos de los dioses para hacer al resto de los humanos un poco más felices, un poco más humanos. En ese trayecto tuvo mucho que ver él, con su inspiración, desde luego, pero también con su orgullo, su tozudez, su confianza en sí mismo, su feroz manía de defender lo justo, de no plegarse nunca ante nada ni nadie.

Cuando el pequeño Beppino contaba 3 años nació su única hermana Giuseppa Francesca, muerta en plena adolescencia en 1833.

El interés del niño por la música apareció muy pronto. El puesto de organista de la iglesia parroquial lo ocupaba Pietro Baistrocchi, que era también el maestro de la escuela con quien comenzó sus primeros y rudimentarios estudios musicales. Además la presencia de músicos ambulantes, que interpretaban tanto aires populares como fragmentos de las óperas de éxito, era habitual en los caminos y en los pueblos. Parece que el pequeño Verdi, apenas oía el sonido de un organillo, un violín o cualquier instrumento, salía corriendo, extasiado, en busca del intérprete.

El interés del niño debía ser tan grande que sus padres le compraron con tan solo ocho años una pequeña espineta de segunda mano. Verdi conservó toda la vida aquella pequeña espineta, que ahora se encuentra en el museo del teatro de la Scala.

Cuando a los diez años comenzó a tocar el órgano en la iglesia de San Miguel Arcángel, Carlo y Luigia, enviaron a su hijo a Busseto, para que siguiese allí su educación en el Ginnasio (instituto). A unos Kilómetros de Roncole, Busseto es una pequeña ciudad de origen medieval, antigua capital del estado feudal de los Pallavicino, con una larga tradición cultural que aún se mantenía, aunque en decadencia, en los tiempos de la llegada de Verdi. La pequeña burguesía local amante de las letras y las artes, de tendencias políticas liberales, se reunía, sobre todo en la Società Filarmonica, destinada a jugar un papel de gran relevancia en la vida de Verdi.

La  Società Filarmonica estaba dirigida por el profesor Ferdinando Provesi y por Antonio Barezzi que enseguida se convertiría en el protector de Verdi y sobre todo en una figura profundamente paternal para él. Barezzi gozaba de una buena posición económica como destilador y mayorista de ultramarinos. Igual que Provesi era un hombre moderno, radicalmente anticlerical y librepensador, como se denominaba entonces a cualquier persona que huyese de las rígidas ideas reaccionarias.

Barezzi y su esposa María Demaldè alojarán al joven Giuseppe en su casa donde este trabará amistad con la hija de ambos: Margherita.

Acabado los estudios en el Ginnasio, Verdi continuará con sus estudios musicales junto al maestro de capilla Provesi.

A sus 16 o 17 años descubre al poeta Vittorio Alfieri- El primero en hablar de una Italia unida, de una Patria. Fundando la escuela patriótica de literatura. A las pequeñas obras compuestas para ser ejecutadas por la Società Filarmonica, sumara una cantata sobre el drama de Alfieri: I deliri di Saul. Ejecutada en Busseto por Giuseppe Guarnieri, propietario de un café y entusiasta de Verdi. (1830)

En 1832 Carlo Verdi y Antoni Barezzi acompañan a Giuseppe Verdi en su primer viaje a Milán con la intención de que el joven sea admitido como estudiante regular en el conservatorio de esa ciudad. Finalmente Verdi no será admitido al fracasar en el examen como ejecutante de piano, por lo que Barezzi lo vincula con Vincenzo Lavigna (alumno de Paisiello) para tomar clases particulares.

Con Lavigna estudia armonía, contrapunto y fuga. Conoce y estudia profundamente el Don Giovanni de Mozart. También toma contacto con el mundo cultural milanés especialmente con el teatro de ópera, conociendo poco a poco la compleja estructura de ese particular mundo:

 El empresario

Los cantantes. (magníficamente pagados, pero explotados con lo que se desgastaban rápidamente)

El compositor (como mero empleado de la compañía)

Un compositor para poder vivir dignamente debía componer como mínimo 3 o 4 óperas al año, tal como han hecho Rossini, Donizetti o Pacini.

Sólo Bellini impone condiciones, tal como lo hará Verdi.

Milán es un centro destacado del teatro lirico:

Teatro Alla Scala, comparte su prestigio con

La Fenice de Venecia

San Carlo de Nápoles

La Pérgola de Florencia

Apolo de Roma

En Milán en los años 30 varios son los teatros dedicados a la ópera:

El Re

El Fiando

El Cárcano

La Canobbiana

El de los Filodrammatici.

El teatro de los Filodrammatici es un reducto de patriotas antiaustriacos y librepensadores. Es la sala donde actúan los miembros de la Milanese Società Filarmónica dirigidos por Pietro Massini

Verdi sustituye a Massini en los ensayos de la Creación de Haydn.

Por fin en Julio de 1835 obtiene el certificado de estudios firmado por Lavigna.
Se presenta al examen para obtener la plaza de maestro de capilla en Busseto ante el organista de la corte ducal Giuseppe Alinovi, quien no solo le otorga el puesto sino que le advierte de que está preparado para aspirar mucho más alto que al puesto de organista de una ciudad de segunda categoría como Busseto. Pero esta es su primera oportunidad de contar con un trabajo remunerado. A los pocos meses se casa el 4 de mayo de 1836 con Margherita Barezzi.

En Septiembre termina su primera ópera, pero será muy difícil estrenarla ya que su principal contacto en Milán, su profesor Lavigna muera y Massini que había animado a Verdi a escribir la obra con intención de montarla en el teatro de los Filodrammatici, abandona la dirección de esa sala.

En algún momento escribirá desesperado a Massini: “si me saca usted de este vacío en el que me encuentro hundido, me sentiré eternamente agradecido”

El 26 de marzo de 1837- nace su primera hija, llamada Virginia en homenaje a la tragedia republicana del mismo nombre escrita por Vittorio Alfieri, el renovador del teatro italiano a fines del siglo XVIII y gran defensor de la libertad política y moral, el mismo autor en el que se basase para componer su primitiva cantata Saúl, a sus 17 años.

La elección del nombre de su hija sumado a su aspecto físico, con la barba a lo Mazzini es una prueba pública de su simpatía por las ideas republicanas y revolucionarias de los patriotas más destacados.
Giuseppe Mazzini fue un político, periodista y activista, apodado el alma de Italia, que brego por la unificación italiana.

El 11 de julio de 1938- nace su segundo hijo, llamado Icilio Romano, como otro personaje de la tragedia Virginia. Pero la alegría dura muy poco pues al mes siguiente muere Virginia de 15 meses de edad.

El 8 de Septiembre de 1838 el matrimonio viaja a Milán con la firme decisión de impulsar la carrera del compositor.

Pietro Massini moviliza todos sus contactos presentando a Verdi al empresario de la Scala Bartolomeo Merelli, empresario también del teatro imperial de Viena. Merelli era amigo, libretista, agente y productor de Donizetti.

En esos momentos entre los cantantes de la compañía de Merelli figuran dos que mucho tendrán que ver con Verdi más adelante: la soprano Giuseppina Strepponi y el barítono Ronconi. Ambos toman contacto con la partitura y parece que hablaron a favor de Oberto, conte di San Bonifacio, la primera obra, aun no estrenada de Verdi, recomendándola con entusiasmo a Merelli.

Antes de estrenarla deberá introducir cambios en el libreto, para ello, el empresario Merelli, le asigna como libretista al joven Temistocle Solera.

En plenos ensayos y preparativos un nuevo golpe cae sobre la pequeña familia de Giuseppe y Margherita, el 22 de Octubre de 1839 muere Icilio por una neumonía. Al mes siguiente el 17 de Noviembre de 1839, a la edad de 26 años Verdi logra un inesperado éxito en la Scala con el estreno de Oberto.

Oberto, no es desde luego una de las grandes obras de Verdi, aunque tampoco es la peor. Sin embargo, es ésta una ópera sin duda verdiana, Lo es incluso en el libreto, cuyo argumento recuerda- con la puesta en escena de un triángulo formado por un seductor (Ricardo), una hija ofendida (Leonora) y un padre vengador (Oberto)- los elementos fundamentales de Rigoletto, y anticipa la permanente preocupación de Verdi por las relaciones padre-hija o padre-hijo.

Según Massimo Mila, Oberto es la aparición de un carácter, de un acento nuevo que no existía hasta entonces en el panorama melodramático italiano. Los personajes de Bellini o Donizetti se resignaban melancólicamente  a la adversidad de su destino. Los de Verdi- y será una constante es su carrera igual que en su vida- luchan con uñas y dientes hasta el final, aunque la fatalidad los derrote. Son espíritus grandes de resoluciones fieras y terribles. Son gente que actúa, no gente que padece. Y todo esto se manifiesta ya desde ahora solamente a través de la música: la cualidad de la melodía, su unión precisa y dúctil con la palabra, su capacidad para esculpir en dos compases un carácter, para colorear una situación con una sencilla modulación.

Es una obra teatralmente valiosa y tiene su acento propio-esa voz original- que mantendría vivas las obras de Verdi, mucho tiempo después que la mayoría de sus contemporáneos cayeran en el olvido.


Un ejemplo  de esa vibrante personalidad que despunta, lo encontramos en el vibrante coro de introducción, que se puede oir en el siguiente enlace:
http://youtu.be/HJcGycNHsNE
Nº1: giuseppe verdi (1813-1901)OBERTO (1839)
 ACTO I CORO                   

Acto I: En una campiña próxima a la ciudadela se espera la llegada de Riccardo que viene a desposarse con Cuniza. Es recibido con todos los honores y él demuestra su satisfacción por el matrimonio ya que le supone un ascenso social.