sábado, 20 de abril de 2013

Giuseppe Verdi - Su vida y su obra - Capítulo II

Este es el segundo de una serie de apuntes preparados para un taller dedicado a la maravillosa obra de Giuseppe Verdi en conmemoración de los 200 años de su nacimiento
 Margherita Barezzi y Giuseppe Verdi en los tiempos de Nabucco

Del fracaso al éxito.

 
Dado el éxito de Oberto, que permaneció en cartel durante toda la temporada de otoño, el empresario Merelli ofreció a Verdi un contrato al que el propio músico llamaría “una proposición fastuosa para la época”. Consistía en la composición de tres nuevas óperas a razón de cuatro mil liras austriacas por cada una, además de los beneficios de la venta de partituras que compartirían a medias.

También es muy importante el acuerdo con la casa impresora Ricordi.

Merelli se empecina en que escribiera una ópera bufa, de todos los libretos que el empresario le propone, Verdi elige el menos malo: Il finto Stanislao de Felice Romani, que se transformará en: Un giorno di Regno.

En la primavera de 1840 empezó a trabajar en su 2º opera, pero a mediados de Julio, Ghita (que se llamaba familiarmente a Margherita) enfermó gravemente- los médicos diagnosticaron una encefalitis- tras 5 o 6 días de sufrimiento el 18 de junio muere a los 26 años Margherita Barezzi.

Verdi se refugia en Busseto, sumido en una depresión profunda, con el deseo de dejarse estar en un rincón oscuro, sin conexión con el mundo.

Verdi comunica a Merelli que no terminaría su ópera, aunque los ensayos estaban previstos para comenzar en Agosto.

Merelli no acepta la rotura del contrato, ni siquiera un aplazamiento, por lo que Verdi regresa a Milán, al mismo escenario de su drama personal. Un giorno di Regno. Fue estrenada en el Teatro alla Scala de Milán el 5 de septiembre de 1840.

Un giorno di regno es la primera ópera cómica que ensayó Verdi. Fue un completo fracaso.
Merelli acepta rescindir el contrato, pero lo anima a continuar, dejando a Verdi la puerta abierta de La Scala.
Verdi que ha perdido todo interés en sí mismo y en su incipiente carrera, pasa las horas muertas leyendo novelas baratas, una tras otra.

Merelli, el sagaz y despótico empresario, el hombre que va a los suyo, es en este momento terrible de la vida de Verdi, quien más lo ayuda a salir de su rincón oscuro. Con artimañas le entrega un libreto que otro compositor rival de Verdi había rechazado, proponiéndole que lo leyese para darle su opinión que confirmaría lo errado del rechazo por parte de Nicolay.

El libreto de Temistocle Solera de tema bíblico se llamaba Nabucodonosor.

Pero el Verdi que iba a componer Nabucco era un hombre distinto del de unos meses antes. Como tantas veces ocurre, el dolor le había hecho madurar en todos los sentidos: como ser humano, el nuevo Verdi tenia las ideas mucho más claras, y había dejado atrás las vacilaciones del pasado, esa cierta docilidad con la que parecía haberse sometido hasta entonces a los deseos de otros. También era un hombre con un sentimiento pesimista de la vida-comprensible después de su terrible experiencia- que con más o menos intensidad, según los momentos, ya no lo abandonaría nunca.

Como creador, empezaba a encontrar su verdadero camino, su expresión más auténtica, la que lo convertiría, a partir de su siguiente ópera, en un compositor personalísimo e inimitable.

La composición emprendida casi a regañadientes dio como resultado una obra que cautivó a toda Italia. En el estreno, el papel de Abigaille fue interpretado por Giuseppina Strepponi, quien se convertiría en compañera sentimental y luego esposa de Verdi.

NABUCCO Fue estrenada el 9 de marzo de 1842 en La Scala de Milán.

El éxito se debe en parte a las cualidades musicales de la obra y en parte a la asociación que hacía el público entre la historia del pueblo judío y las ambiciones nacionalistas de la época. Uno de los símbolos que utilizó, para reforzar el ideal independentista fue el coro  como símbolo de la presencia del pueblo. El número más conocido de la ópera es el "Coro de los esclavos judíos," Va, pensiero, sull'ali dorate / "Vuela, pensamiento, en alas doradas." En su época, los italianos lo asimilaron como un canto contra la opresión extranjera en que vivían.
En el siguiente enlace encontrareis el Coro de los esclavos judíos, conocido por las palabras con las que comienza: "Va pensiero, sull´ali dorate"

 
Entre las amistades que las felices circunstancias ofrecieron a Verdi, prefirió las de hombres que se habían distinguido por sus méritos literarios o científicos, con ideas francesas, que se fueron transformando poco a poco en la base económica, social y política de la revolución italiana.
Entre ellos Andrea Maffei, poeta, traductor, ensayista y periodista.
La esposa de este, la condesa Maffei. Su famoso salón comenzó en 1834.
Entre los que acudían al salón están.
Oprandino Arrivabene, Director de un importante periódico teatral.
Giulio Carcano, poeta y traductor. Traducirá la obra completa de Shakespeare y se las enviará a Verdi a lo largo de los años a medida que iban apareciendo.
Condesa Maffei y su esposo el poeta Andrea Maffei
El enorme éxito de Nabucco (se repone en la Scala con 57 representaciones seguidas) instala a Verdi entre los compositores de moda: Donizetti, Mercadante, Pacini o Luigi Ricci.
Merelli le comunica que la dirección del teatro le encarga la ópera d´obligo para la próxima temporada, ofreciéndole un contrato en blanco: “después de un éxito como el suyo no puedo fijar las condiciones”
Verdi sorprendido consulta con Giuseppina Strepponi, recibiendo el consejo de aprovechar su buena suerte pero que a su vez no era razonable que pidiera más de lo que había cobrado Bellini por su ópera Norma: 8.000 liras Austriacas. La propuesta fue aceptada por el empresario y el 11 de febrero de 1843 se estrena, I lombardi.
El éxito supero las expectativas que ya eran superlativas. Verdi conseguía reeditar el éxito de Nabucco con la misma vena patriótica.
En los siguientes 20 años se mantuvo el éxito y es la primera obra que lleva a Paris, adaptándola al francés con el nombre de Jerusalem.
 
El 20 de marzo de 1843 inicia su primer viaje a Viena donde recibe el elogio de Donizetti tras las 20 representaciones de Nabucco.
En Mayo viaja a Venecia para el estreno de I Lombardi en La Fenice. Esta será la primera relación con el teatro veneciano y también su encuentro con el joven poeta y músico Francesco María Piave, con cuya colaboración subirá a escena su quinta ópera: Ernani
Francesco María Piave
Verdi, después de “I Lombardi”, quiso avanzar hacia un nuevo objetivo: la creación de personajes con caracteres psicológicamente más elaborados. Para intentar alcanzar su deseo, solicitó de su nuevo libretista Francesco María Piave- por entonces un novato en el oficio- que se eliminara de Ernani (primera ópera donde Verdi pudo elegir argumento) cualquier cosa superflua, dejando bien clara y perceptible la acción. Por tanto el compositor se involucró en el guion y dejó al poeta la redacción de los versos: del encadenamiento de los hechos, él sería prácticamente el responsable. Merece destacarse que Ernani es la primera ópera con “tema español”, aspecto que va a ser bastante recurrente en su producción.
Elegir como argumento un drama de Víctor Hugo tenía desde luego su importancia. Hoy día y con perspectiva histórica, nos podemos dar cuenta de la preocupación del compositor por la base literaria de sus obras. Es un tema que llegaría a obsesionarle. Recordemos que trabajó con piezas de Shakespeare, Schiller, Dumas, el Duque de Rivas, García Gutiérrez y lord Byron. Obras que, en su mayor parte, están encuadradas en el pleno romanticismo con todas las características que ello conlleva. Víctor Hugo era un poeta maldito, un vanguardista cuyas obras se consideraban subversivas e inmorales. Además el hecho de que un bandido fuera el protagonista de una ópera era algo casi inconcebible para la época.
Su argumento- a diferencia de Nabucco e I Lombardi- no estimulaba el fervor patriótico pero hay un momento del coro (Si ridesti il leon di Castiglia- que despierte de nuevo el león de Castilla) que pronto se transformó popularmente en (“Si ridesti il leon di Venezia”). También la célebre aria inicial de Elvira (“Ernani! Ernani, involami”) se tomaría- según cuenta la tradición bastantes años después- como un ruego a la joven Italia para que Víctor Manuel, rey del Piamonte, la liberara del abrazo aborrecido del Imperio Austro-Húngaro.
Este éxito le permite volver a Busseto para comprar algunas propiedades, que pone en manos de sus padres. Muy pronto regresara a Milán con un joven protegido de Barezzi tal como lo fuera el algunos años antes. Este joven músico: Emanuele Muzio se convertirá en su alumno y asistente y será un apoyo importante durante los años siguientes (años de galera) en los que Verdi desarrollara una actividad febril que le dará buenos dividendo pero poco tiempo para la reflexión.

 




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