sábado, 27 de abril de 2013

Giuseppe Verdi - Su vida y su obra - Capítulo III


Este es el tercero de una serie de apuntes preparados para un taller dedicado a la maravillosa obra de Giuseppe Verdi en conmemoración de los 200 años de su nacimiento
 
 
AÑOS DE GALERA


El propio Verdi acuñaría este término, para referirse a esos años en los que debía componer a fechas forzadas, para cumplir con los múltiples compromisos a los que el éxito lo empujaba.

Entre el estreno de Ernani y la Battaglia di Legnano (1849) Verdi compuso constantemente. – Sólo Jerusalem fue reelaboración de una partitura anterior-
En estos febriles años tuvo que ocuparse de Contratos, Caducidad de plazos, Correspondencia, Composición, Orquestación, Cantantes, Directores, Editores, Empresarios, enemigos y personas de buena voluntad. Todo compaginado con una agotadora agenda de viajes. Muzio lo aliviaría al menos de una parte de ese trabajo.
Antes de finales de mayo del 44 más de 20 teatros de Italia y otros en Paris y Londres, habían pedido Ernani; Durante los 3 años siguientes la ópera fue producida de Constantinopla a Rio de Janeiro y La Habana. De Copenhague a Argelia.
En 1844 se estrenó en 32 teatros.
En 1845 se estrenó en 60 teatros.
En 1846 se estrenó en 65 teatros, más las reposiciones en los teatros donde se había estrenado anteriormente.
 
La firme decisión de Verdi de ganarse un espacio entre los grandes compositores de ópera y la de hacerse de una abultada cartera que lo alejase definitivamente de la pobreza y por ello de la falta de libertad, hacen que el joven y exitoso Giuseppe dedique su vida de aquellos años al trabajo. Estos serán llamados los “ anni di galera” por el propio Verdi. El esfuerzo continuado se reflejará en su salud, contantemente aquejado de dolores de estómago y de garganta. Su jornada de trabajo comenzaba generalmente a las 4 de la mañana sentado frente a la mesa, con sus partituras hasta las 4 de la tarde, la mayoría de las veces con solo un café en el cuerpo.
En este esfuerzo le ayudan también, sin lugar a dudas, su rapidez componiendo y orquestando. Una rapidez que él mismo consideraba un bien necesario, y que es, como señala buena parte de la crítica, una de sus mayores virtudes. A Verdi, melodía y acompañamiento se le ocurrían a un tiempo, algo que se ve claramente es sus partituras manuscritas. Según sus propias palabras: “la idea del motivo musical y su acompañamiento instrumental se me vienen a la mente al completo y sobre todo siento si debe ser una nota de un violín o de una flauta. La dificultad está en escribirlo todo lo suficientemente rápido, para poder así expresar el pensamiento musical en su integridad, tal cual ha llegado a la mente.
Sin embargo, él mismo reconocía una y otra vez, que hasta llegar a ese momento, era preciso haber madurado antes mentalmente la idea de la ópera, el colorido general, el carácter particular de cada personaje. Lo malo es que, en los “años de galera”, esa maduración no siempre tuvo lugar
·         I due Foscari (Teatro Argentina de Roma, 3 de noviembre de 1844) — Tragedia lírica en tres actos de Francesco María Piave.
·         Giovanna d'Arco (Teatro La Scala de Milán, 15 de febrero de 1845) — Drama lírico en un prólogo y tres actos de Temistocle Solera.
·         Alzira (Teatro San Carlo de Nápoles, 12 de agosto de 1845) — Tragedia lírica en un prólogo y dos actos de Salvatore Cammarano.
Superado ese bache el compositor remonto su nivel dramático en:
·         Attila (Teatro La Fenice de Venezia, 17 de marzo de 1846) — Drama lírico en un prólogo y tres actos de Temistocle Solera.


 

La composición de Attila no fue fácil, instalado en Venecia en Diciembre de 1845, el compositor enfermó gravemente, afectado por fuertes dolores reumáticos y una intensa fiebre de origen gástrico. Llegaron a correr rumores de su muerte y se vio obligado a interrumpir su trabajo durante algunas semanas, pero en cuanto se sintió un poco mejor  volvió a escribir, a pesar de que los médicos le habían aconsejado  seis meses de reposo para su agotado organismo.
Los meses posteriores al estreno de Attila fueron una época de cierto descanso para Verdi. Todavía muy débil a causa de su enfermedad, presto atención a los consejos de los médicos y a su vuelta a Milán se dedicó a reposar y recuperarse.
Quizá aquel breve descanso facilitara en mayor acercamiento a Giuseppina Strepponi, que habiendo dado por concluida su carrera como cantante, abriría ese mismo año, una escuela de canto en Paris, donde transmitía su conocimiento del nuevo estilo de canto verdiano, en la medida que este se iba desarrollando.
Entre las muchas transformaciones que el compositor impuso en la opera italiana, una de las más importantes fue sin duda la de la concepción y el uso de la voz. Desde Monteverdi – desde el origen por tanto de la ópera-, la voz humana había sido tratada en la ópera, como un instrumento bellísimo, pero como un instrumento sólo melódico, de gran delicadeza y, por eso mismo, limitado en sus posibilidades expresivas. Era la tradición del bel canto, que llegó a sus últimas cimas con Bellini, y en la que lo único importante era la melodía.
Pero Verdi transformó la voz, liberándola de esa esclavitud virtuosística, tratándola como un instrumento a cuyas extraordinarias posibilidades melódicas se unían también las dramáticas.
Se afirman cambios estilísticos, el lento adiós al belcantismo:
Macbeth (Teatro La Pergola, 14 de marzo de 1847) — Melodrama en cuatro partes de Francesco María Piave.
La primera versión de Macbeth la terminó en la mitad de lo que Verdi llamó sus "años de galera". Desde 1842 a 1850, este período vio al compositor producir 14 óperas, pero para los estándares de casi todas las óperas italianas de los primeros cincuenta años del siglo XIX, Macbeth era muy insólita. Verdi intentó aquí construir un verdadero drama musical, que no seguía las tradicionales (y esperadas) convenciones de la ópera italiana (recitativos, arias, números concertantes, etc.).
El texto de Piave se basó en una traducción en prosa de Carlo Rusconi que se había publicado en Turín en 1838. Verdi no encontró la obra original de Shakespeare hasta después de la primera representación de la ópera, aunque había leído a Shakespeare traducido desde hacía años, como señaló en una carta del año 1865: "Es uno de mis poetas favoritos. Lo tengo en mis manos desde mi más temprana juventud".
Escribiendo a Piave, Verdi dejó claro cuán importante le resultaba este tema: "...Esta tragedia es una de las grandes creaciones humanas... Si no podemos sacar algo grande de ella, al menos intentemos hacer algo extraordinario". A pesar de desacuerdos y de la necesidad de Verdi de corregir constantemente los borradores de Piave (hasta el punto de que Maffei participó en la reescritura de algunas escenas del libreto, especialmente el coro de brujas del Acto III y la escena de sonambulismo, [] su versión sigue la obra de Shakespeare de manera bastante estrecha, pero con algunos cambios. En lugar de usar tres brujas como en la obra, hay un gran coro femenino, cantando en una armonía de tres partes. El último acto empieza con una asamblea de refugiados en la frontera inglesa, y, en la versión revisada, acaba con un coro de bardos celebrando la victoria sobre el tirano.


En el siguiente enlace María Callas interpreta la primera de las arias dedicadas a Lady Macbeth: "Nel di della vittoria" La áspera voz de la Callas cumple con el ideal estético que pretendía Verdi para la intérprete de este violento personaje.


Maria Callas como Lady Macbeth 1952
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